jueves, 21 de octubre de 2010


Por: Norbey Quevedo H.
Con múltiples negocios, generación de empleo y dificultades de iliquidez, el conglomerado de empresas busca transformarse para tomar soluciones de choque ante vicisitudes financieras.

Como pocas veces, Guido Nule Marino y sus primos Manuel y Miguel Nule Velilla se ven preocupados. Tras 15 años de trayectoria comercial, los dueños del denominado Grupo Nule pasan tragos amargos. En sólo una semana tres de sus más importantes negocios enfrentan problemas: el bloqueo de la bodega en donde se prepara el material para la doble calzada Bogotá-Girardot; el reiterativo retraso en el pago de un cuantioso préstamo al Estado y la demora en la construcción de un tramo que afectará la entrega de la Troncal de Transmilenio en la calle 26 en Bogotá, los pusieron en el ojo del huracán y amenazan su credibilidad empresarial.

Bastan unas pocas horas en su oficina del norte de Bogotá para dimensionar lo que puede estar pasando. Un recinto sin muchos lujos, tan sólo unos palos y unas bolas de golf para liberar el estrés en la oficina privada de Guido Nule, es la muestra de que los tres muchachos que dicen que manejan activos por cerca de mil millones de dólares, se volvieron austeros y que la crisis les está pegando fuerte.

La mañana del viernes, en la oficina de los Nule, fue muy movida. Como bomberos en emergencia, llegaron en medio de una nube de escoltas. Aparecieron luego varios gerentes de sus empresas. Después asesores y abogados, más tarde los banqueros de Colpatria y después directivos de la compañía de seguros Segurexpo.

Su actitud ha cambiado un poco. Pese a que los tres son jóvenes menores de 40 años, parecen haber pasado los capítulos de inéditas aventuras de negocios. Hoy se les ve reflexivos, nerviosos y armados de argumentos para defender como gatos panza arriba lo que consideran furiosos ataques de competidores por una situación temporal de iliquidez y que se resisten a dejarlos transitar por los estrechos corredores del mundo empresarial.

Guido Nule Marino es el menor y quien más le pone el pecho al difícil entorno mediático. Es frentero y acelerado. A sus 35 años, viste informal. Camisa a rayas y jeans rotos son su atuendo. Parece ser el gran jefe, todos lo consultan. Su socio y primo Manuel Nule Velilla, un poco mayor que él, es serio y se le ve muy pensativo, se encarga de los asuntos técnicos y operativos de las compañías del grupo. Su hermano Miguel es nervioso, sigue con atención las instrucciones de sus dos socios. Se encarga de asuntos comerciales y de manejar los asuntos políticos. Tres personalidades opuestas en una organización.

Tienen actividades en los sectores de agua, energía y construcción. Al menos participan en 25 compañías y cerca de 50 diferentes negocios que hoy dan empleo directo e indirecto a cerca de 15.000 personas. Según estimativos del Grupo Nule, sus estados financieros tienen una proporción de 60% en activos y 40% en pasivos. El endeudamiento en el exterior es mínimo y en los últimos años han centrado sus inversiones en Colombia.

Pero este panorama financiero, que parece despejado, se viene nublando en los últimos años. Y con simpleza un ex asesor de la casa Nule sintetiza en pocas palabras lo que les pasa: “En su primera década de actividades incursionaron en muchos negocios, crecieron a buen ritmo, fueron exitosos, pero el pico de crecimiento coincidió con la reciente crisis mundial y local. Por eso, cuando tuvieron que responder con varias obligaciones, han tenido dificultades”.

Una tesis que coincide con la explicación del Grupo Nule sobre lo que les pasa. “Antes todos nos prestaban dinero sin problemas. Pero luego de la última crisis los bancos empezaron a demorar los desembolsos y se generó una situación de iliquidez temporal”, resaltó uno de sus directivos.

El Espectador conoció que el Grupo ha financiado varios proyectos con recursos propios, como el caso de la doble calzada Bogotá-Girardot, estirando al máximo su músculo financiero. No obstante, su falta de liquidez se acentúa porque en algunas de sus concesiones los pagos se demoran y se genera un efecto dominó en algunas transacciones.

Precisamente, aquí radica uno de los puntos coyunturales del Grupo: “Sacan de un hueco para tapar otro, y eso se ha vuelto como un círculo vicioso que tendrán que romper en algún momento”, comenta un experto financiero. Sin embargo, esa peligrosa ruleta rusa parece pasarle costosas facturas en credibilidad financiera e imagen corporativa.

Es el caso de los $13.574 millones que los Nule adeudan desde hace más de un año a la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE). Pese a los intentos conciliatorios de la entidad y a las reiterativas promesas del Grupo de pagar, el asunto, por iniciativa de la DNE, terminó en la Fiscalía y en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca.

En este último proceso, el principal demandado es el actual alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, en razón a que en el momento del negocio éste era socio de los Nule. Un coletazo en donde un funcionario de alto nivel denuncia penal y civilmente a otro como el alcalde de ‘La Arenosa’.

Un efecto dominó que también terminó por sacudir esta semana otro de los más representativos negocios del Grupo Nule, la construcción de la doble calzada Bogotá-Girardot, con una situación similar. Un preocupante testimonio público al Gobierno por parte de Luis Eduardo Torres Sepúlveda, gerente de la compañía TS Ingeniería, que le provee material para la construcción de la vía. Según denunció Torres, los Nule le adeudan más de $3.000 millones desde hace un año y medio. Aunque lo que más inquieta es que según el directivo le giraron cheques sin fondos o de cuentas embargadas.

Y como si fuera poco, el coletazo de las dificultades del Grupo Nule: el viernes apareció la notificación por parte del IDU que, palabras más palabras menos, ante el retraso de las obras, ratificó el inicio de una vigilancia especial al tramo que construyen empresas del grupo en Transmilenio de la calle 26, una de las obras más trascendentales de la ciudad. Además, el interventor de la obra pregunta por el destino de un anticipo de $98 mil millones que se les giró a los Nule y sus socios.

Una fuente del sector, que pidió reserva de su nombre, también recuerda que por falta de algunas garantías financieras el Grupo Nule perdió la licitación de la Ruta del Sol, un megaproyecto cercano al billón de pesos.

Ante la situación, el Grupo tomó varias medidas. Sus tres socios mayoritarios se alejarán de la parte administrativa para centrarse en actividades precisas. El asunto quedará en manos de un experto que comenzará en dos semanas. También ratifican que tienen en venta desde hace varios meses varios activos, entre ellos las electrificadoras del Tolima y de Pereira.

Lo que sí no abandonan es la financiación de algunos políticos. Según la visión del Grupo, esta actividad tiene como propósito apoyar a algunas personas de la misma generación.

Entre tanto, la banca los sigue mirando de reojo y revisa con lupa cada una de sus peticiones de dinero. Sin embargo, los tres empresarios Nule demuestran, pese a las dificultades, que le siguen apostando al país, a reinvertir sus utilidades en Colombia y a esperar que pase la recesión, que desde hace algunos años los tiene con dolor de cabeza.

Norbey Quevedo H. | Elespectador.com

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